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1094 - 1099

Reino de Tarain
(Hinduismo Civilizado Nación Abierta)
Tatyardanhana II, Señor de Tarain
Diplomacia:

Desde las fronteras habían llegado al Reino de Tarain los vientos de las muchas guerras se cernían sobre la península hindú. El Señor de Tarain Tatyardanhana, un anciano inteligente que se había caracterizado toda su vida por su mesura, sabía que sólo una nación sana y dotada de infraestructuras fuertes podía salir más o menos incólume de un periodo de beligerancia como el que rodeaba Tarain por todas sus fronteras, y es por ello que ordenó la ampliación de la portuaria Jatpur, la perla de su corona, además de una enorme inversión –a juicio de sus allegados, absolutamente desproporcionada– en la región de Chitor. Aunque el gasto en Chitor fue realmente inusitado, lo cierto es que hasta la última de las inversiones en la región fue hecha con la inteligencia y mesura que caracterizaban al Señor de Tarain, y todas las mejoras se mostraron efectivas de inmediato.

Tatyardanhana se dedicó a coordinar las inversiones y dirigir la burocracia, confiando el mando de casi todo el ejército de la nación a su hijo y heredero, el Príncipe Dil'Bahadur. Éste quedó en Tarain con órdenes de defender la región, pero cuando se vio con el control de tal cantidad de tropas pasó casi dos semanas repleto de dudas y asaltado por la tentación de usurpar un trono al que se creía ya con derecho. A fin de cuentas, en un tiempo tan intempestivo era necesario un líder joven y capaz, y no un anciano precavido y cobarde. No se conocen los motivos que lo impulsaron al fin a permanecer tranquilo durante todos aquellos años en que estuvo al mando de las tropas principales de la nación, siguiendo a rajatabla las órdenes de su padre, pero, para bien de todos, así fue.
Y mientras el Señor de Tarain supervisaba las inversiones y su nieto dudaba entre si alzarse en armas o someterse a la voluntad de su abuelo, el General Gupta viajó hasta Uttar Pradesh donde se le esperaba para seguir mejorando las buenas relaciones diplomáticas entre ambas naciones. Merced a su gran habilidad e inteligencia, y los generosos regalos y donaciones que él mismo se encargó de preparar y distribuir, logró que esas relaciones mejorasen hasta un límite difícilmente superable. Después viajó en peregrinación hasta Benares y Kalanjara, y aunque quedó plenamente satisfecho de sus horas de meditación no logró que sus compatriotas valorasen su esfuerzo en lo más mínimo, posiblemente a causa de la relativa cercanía de ambos lugares con la nación de Tarain. Y quizá hicieran mal los poco agradecidos compatriotas del General Gupta, pues aunque nunca se supo en Tarain estuvo cerca de morir en varias ocasiones en su tránsito al Rajputado de Rajput, por aquel entonces ya en guerra y donde no fue nada bien recibido por las milicias locales.

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